sábado, 29 de noviembre de 2014

Sobre la deuda pública

Según el Banco de España, la deuda pública española es de algo más de un billón de euros. El 97,1% del PIB.  La deuda se ha triplicado desde que empezó la crisis; en 2007 era un 36% del PIB y hoy es casi el 100%. Una deuda que es impagable, una deuda que es imprescindible auditar y reestructurar.
Los intereses de la deuda a pagar en 2015 sobrepasan los 35.000 millones de euros. Casi una quinta parte de lo que se ingresará por impuestos. De reducirse los intereses de la deuda pública, los países de la eurozona, España incluida, tendrían presupuestos con superávit. O, dicho de otro modo, si los gobiernos hubieran sido financiados por el Banco Central Europeo al interés con el que generosamente financia a la banca privada, la deuda pública europea sería mínima. 

El Banco Central Europeo rebajó hace poco, por enésima vez, el tipo de interés oficial hasta el 0,05%, y aplicó un castigo aún mayor a los fondos que los bancos dejan ociosos en su ventanilla, que ahora se gravan con intereses negativos del -0,20%. Los bancos han destinado el dinero barato del BCE para comprar deuda pública con la que obtienen beneficios a costa del erario público.
En Europa la deuda ha aumentado extraordinariamente por los tratados de Maastrich y Lisboa que prohíben al Banco Central Europeo prestar directamente a los gobiernos, pero no a los bancos privados.
El argumento que se utiliza para justificar que el BCE no compre deuda pública es que, en caso de que el estado no pudiera pagar los intereses de tal deuda, se crearían pérdidas para el Banco Central Europeo, lo cual explica –así se nos dice- que el gobierno alemán esté muy en contra de que el BCE pueda comprar deuda pública porque, al ser Alemania la primera proveedora de fondos al BCE, esta sería la más afectada por esta falta de pago al BCE de los intereses de la deuda del estado no cumplidor. 
La primera cosa que tiene que aclararse es que un Banco Central no es un banco normal y corriente. Un banco normal y corriente privado tiene un problema de solvencia cuando sus pérdidas son mayores que sus ganancias, principio que, en general, se aplica a todas las empresas privadas. El Banco Central, sin embargo, no puede tener pérdidas pues tiene la potestad de imprimir dinero, una potestad clave que la banca privada o cualquier otra empresa no tiene. Un Banco Central, por lo tanto, no necesita los recursos que un banco privado necesita para garantizar su solvencia. Un banco privado tiene que tener capital de reserva. Un banco central no. Y ahí está la mayor diferencia.
El tema no es pues qué es lo que el BCE perdería, pues este puede crear tanto dinero como necesite. El problema es a otro nivel, que no es el peligro de pérdidas del BCE sino el peligro de inflación. Cuando el BCE imprime dinero, hay más dinero en el mercado y ello puede crear inflación. Este es un peligro real, aunque dicho peligro hoy apenas existe. El BCE podría comprar bonos públicos sin crear inflación. El Banco Central Estadounidense ha estado haciendo esto y no ha creado inflación. 

En realidad, el peligro a ambos lados del Atlántico es el opuesto: la deflación.
El objetivo principal del Banco Central Europeo es mantener la estabilidad de precios en la zona euro, es decir, mantener la inflación en niveles bajos. El Consejo de Gobierno define la estabilidad de precios como la inflación (Índice de Precios al Consumo Armonizado) de alrededor del 2%.

La reestructuración o anulación de deuda pública es voluntad política, no cuestión técnica. Como también es voluntad política decidir a quién beneficia una reestructuración de la deuda. ¿A la ciudadanía? ¿A la minoría que detenta el poder económico? La deuda pública se utilizó en los noventa para obligar a América Latina a aplicar políticas neoliberales. El mecanismo era sencillo: para lograr préstamos del Banco Mundial, había que cumplir las condiciones que imponía el FMI. Que eran ajustes estructurales (despidos masivos y patente de corso para el capital), privatizar todo lo público y rebajar salarios. Chantaje puro y duro.
Por todo ello, hacer frente a la deuda, auditarla, reestructurarla y reducirla, pensando sobre todo en la gente, es obligatorio para defender los derechos de la mayoría, para empezar a cambiar las cosas y construir otro mundo posible más decente.

domingo, 16 de noviembre de 2014

La dictadura de las multinacionales

Empecemos por el principio. La Comisión Europea explica en su web que el TTIP es “un tratado de comercio que se está negociando con los Estados Unidos (EEUU) con el objetivo de “eliminar los obstáculos comerciales para facilitar la compraventa de bienes y servicios entre la UE y los EEUU”. Para conseguir este objetivo el TTIP propone eliminar la “regulación innecesaria” y las “barreras burocráticas”. 

La Comisión Europa propone “eliminar la regulación innecesaria”. Pero a qué “regulaciones innecesarias” se refiere? Normalmente pone el siguiente ejemplo: “Un coche fabricado en la UE tiene que pasar los controles de seguridad de la UE. Pero aunque la UE haya dado por bueno, el coche tendrá que volver a pasar controles de seguridad en los EE.UU., a pesar de que la normativa de seguridad es similar”, lo que encarece el producto. La propuesta de un mismo procedimiento sirva para EEUU y para la UE tiene mucho sentido.

Pero el TTIP va mucho más allá de la seguridad de los coches y se extiende a toda la regulación: alimentos, medio ambiente, productos químicos y todo lo que aprueban los parlamentos de toda Europa. ¿Entonces con el TTIP una prohibición contra el fracking aprobada por un Parlamento Europeo podría ser calificada como una “barrera burocrática” y ser abolida? ¿Un salario mínimo podría ser considerado una “regla innecesaria” que podría ser obviada? 

La normativa que se busca armonizar mediante el TTIP, es muy distinta en Estados Unidos y en Europa. En los Estados Unidos apenas existe regulación para los servicios y los productos. Todo es comerciable hasta que se pruebe científicamente que es perjudicial. La responsabilidad no recae en la empresa productora, sino en la persona consumidora. Es la consumidora la que debe probar que el producto o servicio peligroso, para que se prohíba su comercialización en el mercado.

En Europa es justo lo contrario. Es el productor el que debe demostrar su producto o servicio no es perjudicial para poder comercializarlo. Si existe alguna sospecha el producto o servicio no se podrá comercializar. Por este motivo, muchos productos químicos autorizados en Estados Unidos, no se pueden comercializar en Europa, los transgénicos que se utilizan sin restricciones en Estados Unidos están limitados en Europa... 

El caso del fracking es clarificador. Como sabéis en el fracking para extraer el gas se utilizan múltiples productos químicos en el subsuelo. Estos productos químicos pueden contaminar los acuíferos subterráneos. ¿Qué hizo Bush? Excluyó a las compañias que se dedicaban al fracking de la normativa para garantizar la calidad del agua potable, es decir, posibilitó a las compañías la utilización de cualquier producto químico, aunque sean contaminantes. Si se contaminan los manantiales, deberán ser las personas perjudicadas las que tengan que demostrar científicamente que esa contaminación es debida al Fracking. Es decir, se aumenta la protección a la industria, poniendo en mayor riesgo a las personas.

¿Quién está detrás el nacimiento del TTIP?
La organización Corporate Europe –dedicada al estudio de las interacciones entre empresas y parlamentarios europeos– bautizó el TTIP como “la constitución de las multinacionales”. Si miramos quienes son sus “padres fundadores” esta definición no es descabellada.
Uno de los primeros rastros del TTIP lo encontramos en 1995 en Sevilla cuando se celebró una reunión bajo el título “Diálogos Empresariales Transatlánticos”. La reunión estaba convocada por el Secretario de Comercio estadounidense y el vicepresidente de la Comisión Europea. Entre los invitados a estos “diálogos” estaban los representantes de Goldman Sachs, BP, Ford, Xerox, Phillips, Repsol y el fabricante de armamento Dresser Industries. El objetivo de la reunión era “posibilitar que los líderes empresariales de ambos lados del Atlántico identifiquen las claves sobre el comercio entre Europa y EEUU” y “indicar los pasos que se deberían seguir para reducir el costo de hacer negocios “. Es decir: los empresarios se reunieron para decirle a la UE ya los EE.UU. lo que tenían que hacer en materia comercial.
 Las negociaciones sobre el TTIP se realizan en decenas de reuniones en ambos lados del Atlántico, pero la parte más visible de estas negociaciones son las “rondas de negociación”. La primera “ronda” tuvo lugar en Washington el 7 de julio de 2013 y hasta el día de hoy se han celebrado 7 rondas, la última el 3 de octubre en Maryland (EE.UU.).
En Europa uno de los primeros que pidió información concreta fue Corporate Europe Observatory quien a finales de 2013 pidió a la Comisión Europea la lista de los participantes en las conversaciones preparatorias de las negociaciones del TTIP.
Tras varias negativas la Comisión Europea se vio obligada a dar una lista con las 130 reuniones que habían tenido lugar hasta el momento. Según la información de la propia Comisión Europea, de las 130 encuentros, 119 (un 93%) fueron entre miembros de los gobiernos y grandes multinacionales: Morgan Stanley, General Motors, British Telecom, Met Life, Ford, Nokia o la British Bankers Association , entre otras.
Las negociaciones del TTIP también incluyen varios “grupos asesores”. Según Corporate Europe estos “grupos asesores” están “dominados por la industria”. Un hecho que reconocen los mismos grupos industriales, que se han mostrado satisfechos que los “grupos asesores” hayan adoptado “una perspectiva empresarial” y que “hablen un lenguaje empresarial”. En el otro costa del Atlántico las cosas son similares. Según el observatorio Public Citizen, que lleva 40 años trabajando en el Congreso de EE.UU., el 84% de los “asesores” en las negociaciones del TTIP en EEUU representan a la gran industria, donde encontramos la farmacéutica Abbot, el gigante agroalimentario Cargill o los fondos de inversión Capital Partners.
30 años de opacidad
Cuando Corporate Europe hizo pública la lista donde se veía que los participantes en las negociaciones eran básicamente grandes grupos multinacionales, los negociadores de EEUU se pusieron nerviosos y pidieron explicaciones a la parte europea sobre la “confidencialidad” de las negociaciones. Para tranquilizarlos el negociador europeo, García Bercero, envió una carta a su homólogo norteamericano Daniel Mullany. En la carta, con fecha de 5 de julio de 2014, Bercero informaba a los norteamericanos que “todos los documentos relacionados con las negociaciones estarían cerrados al público durante 30 años”. Esto incluye, incluso, a los diputados del Parlamento Europeo ya que, según Bercero, los documentos sobre las negociaciones del TTIP quedarían fuera de la Regla 1049/2001 que establece que todos los documentos de las instituciones europeas deben ser públicos. Todos excepto los del TTIP, porque tendremos que esperar 30 años …
Una de las posibles ganancias para las multinacionales está en la desregulación que permitirá que las empresas privadas se hagan con los servicios públicos europeos. La UE y EEUU se encuentran inmersos en un escenario post-burbuja en el que ya no pueden ganar dinero prestando dinero y por ello han elegido convertirse en rentistas con la intención de comprar carreteras para poner peajes, un ejemplo que se hace extensivo a todo el sistema público europeo, incluyendo escuelas, cárceles y hospitales. Los servicios públicos están en primera línea de fuego ya que uno de los principales intereses del TTIP es permitir a las empresas de EE.UU. hacerse con los servicios públicos europeos. 

3 puntos básicos


1) Someter la política a la economía privada, destruye también la posibilidad de que la sociedad se dote de servicios públicos y de políticas más igualitarias. Las grandes multinacionales que dictan los tratados a los estados no están ni por la igualdad de oportunidades ni por una redistribución de la renta más equitativa, sino por mercantilizar los bienes y servicios más básicos, privando el acceso a los mismos a una parte cada vez más grande de la ciudadanía.
2) Los Tratados abarcan lo fundamental de nuestras actividades y necesidades: empleo, transporte, comunicación, datos incluso de nuestras historias clínicas, servicios legales, subvenciones, educación, salud, residuos, agua, distribución de energía y comercio digital, y puede también implicar una mayor desregulación de unos mercados financieros descontrolados e hipertróficos.
3) Pretenden marcar el no retorno del control ciudadano y la política sobre sectores fundamentales para el desarrollo humano, impidiendo una sociedad con una democracia real. En este sentido, se incluyen cláusulas que vetan la posibilidad de recuperar o regular de nuevo un sector que ya haya sido liberalizado.

Este es el vídeo que hemos hecho sobre el TTIP.
(Actualmente con cerca de 400.000 visitas. Envíalo a tus contactos!)

viernes, 14 de noviembre de 2014

La deuda ilegítima: una prioridad de la agenda política

Por Éric Toussaint, doctor en ciencias políticas, portavoz del CADTM Internacional y miembro del Consejo Científico de ATTAC Francia.

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Estamos viviendo una crisis sistémica del capitalismo globalizado: económica, financiera, climática, alimentaria e institucional internacional. Quería mencionar esta crisis global porque hay que enfocar la crisis financiera bancaria y de la deuda dentro de la crisis global.

Quiero subrayar que a pesar de estar el sistema capitalista globalizado en una crisis muy profunda podemos ver todos los días que la mayoría de la izquierda (social y política) tiene tendencia a limitar su horizonte al escenario capitalista, buscando volver a más regulación del mismo.
Preocupa que frente a una crisis sistémica las respuestas de las izquierdas, tanto a nivel de sindicatos como de partidos políticos y otros movimientos, sea muy tímida, demasiado tímida.
El epicentro actual de la crisis global se encuentra en los países capitalistas más industrializados. En los años 80-90 la crisis era sinónimo de países en desarrollo (PED), Tercer Mundo (TM) y A. Latina (AL). Cuando se mencionaba la crisis de la deuda se pensaba en A. Latina.
A partir de 2008, sobre todo 2010, cuando uno se refiere a la crisis de la deuda, pensamos en Grecia, Portugal, Irlanda, España, Chipre, Unión Europea (UE), EEUU y Japón.
En Japón la deuda pública en relación al PBI es 220 por ciento. En Grecia la deuda pública representa 175 por ciento del PBI. Portugal 135, Italia 120, Bélgica 100 por ciento. En EEUU 100 por ciento. La deuda pública externa de EEUU es 10 veces superior a la deuda pública externa total de A. Latina. Y los principales tenedores de la deuda de ese país son países en desarrollo. China tiene 1 300 000 000 000 US$ de Bonos del Tesoro de EEUU. Cuando la deuda externa pública total de todos los países en desarrollo alcanza 1 700 000 000 000 US$.

Realmente la crisis ahora es sinónimo de países más industrializados y los acreedores netos son los países llamados en desarrollo. Brasil tiene mas de 200 mil millones US$ en bonos de EEUU en su Banco Central.
Los países industrializados se convirtieron en el epicentro de la crisis de la deuda por una causa bien conocida en A. Latina: la socialización de las pérdidas de los bancos privados. Me refiero a la experiencia de México en los años 80-90, la socialización de las perdidas bancarias… Ocurrió en Chile durante la junta militar de Pinochet, en Ecuador con la quiebra bancaria de 1999 que desembocó en una explosión de la deuda pública.
Es lo que estamos atravesando en los países más industrializados. Se habla mucho de deuda pública pero las privadas representan tres veces la pública. En EEUU, las deudas de las instituciones financieras privadas más la de las corporaciones industriales y comerciales, más la deuda de los hogares representa 300 por ciento del PBI, y la deuda pública 100 por ciento. La deuda global en EEUU alcanza el 400 por ciento del PBI , si se incluye tanto la privada como la pública.
Muy a menudo las deudas públicas de hoy son las deudas privadas de ayer. Y las privadas de hoy son las públicas de mañana, cuando los bancos entren en quiebra. Cuando el sistema financiero que se aventuró en prácticas totalmente arriesgadas se enfrente con una nueva crisis del tipo como la que explotó en EEUU en 2007-08.
La crisis en los países industrializados es el epicentro de la actual crisis del capitalismo y el 1% más rico se está aprovechando de esta crisis para llevar a cabo, a nivel del continente europeo, la más brutal ofensiva contra los Derechos Humanos, desde hace 70 años, desde la Segunda Guerra Mundial. Después de la Segunda Guerra, hasta los años 70-80, tuvimos una situación llamada de “los 30 años gloriosos”, un pacto capital-trabajo con concesiones importantes del capital al trabajo.

Con Margaret Thatcher (1979) se empezó a destruir las conquistas sociales de la posguerra.
Y los gobiernos actuales, en particular en Europa, se aprovechan de la crisis provocada por los bancos para profundizar la ofensiva iniciada por Thatcher-Reagan de aquellos años. Saben que el laboratorio del modelo neoliberal fueron Chile (1973), Argentina (1976) y Uruguay (1973). Ese se extendió a los países industrializados a partir de los 80. Tuvimos en los 90 una ola neoliberal sumamente fuerte en A. Latina, con el caso emblemático de Carlos Menem. A partir de final de los años 90, con las movilizaciones populares iniciadas en 89 en Venezuela (Caracazo), comenzaron a producirse en A. Latina experiencias de distanciamiento con el neoliberalismo. A ello se sumó desde 2003-04 un auge del precio de las materias primas que permitió a los gobiernos de latinoamericanos llevar a cabo políticas de ruptura con el neoliberalismo brutal. El contexto de precios altos de materias primas y de movilizaciones sociales (Argentina 2001-2003, Ecuador 1990-2005, Bolivia 2000-2003, Venezuela 1989-2006) fue favorable para América Latina y los pueblos del Sur. Las experiencias más avanzadas a nivel de gobierno fueron Venezuela, Bolivia y Ecuador.
En el Norte la crisis explotó en 2006/07/08 y aún continua. En la zona euro, tenemos un crecimiento de casi 0 por ciento, desempleo que llega en España a 25 por ciento de población activa, 50 por ciento entre los menores de 25 años.
Es posible que la crisis del Norte se traslade nuevamente a los países “en desarrollo”.
Con el tipo de políticas tomadas por los bancos centrales del Norte para rescatar a los bancos privados, los países en desarrollo lograron mantenerse bastante al margen de la crisis. La decisión de la Reserva Federal de EEUU de bajar la tasa de interés a 0,25 por ciento, la del Banco Central Europeo de bajar a 0,05 y la de Japón a mantener un tasa de interés igual a cero por ciento tuvieron como efecto colateral para los países periféricos el poder refinanciar el pago de su deuda externa a un costo relativamente bajo. Los países refinancian su deuda pagando entre 4 y 8 por ciento de interés. Hay excepciones, y Venezuela forma parte de esas excepciones (hoy paga hasta 17% de tasa de interés para refinanciar su deuda en los mercados financieros internacionales). Con estas decisiones de los bancos centrales de los países más industrializados de otorgar créditos a tasa muy baja a los bancos privados y a otras corporaciones financieras privadas (tipo seguros, fondos de inversión), se generó una liquidez inmensa y la posibilidad de colocar parte de ésta en Uruguay, Brasil, Argentina, hasta en Venezuela, permitiendo a los países en desarrollo en general de atraer capitales del Norte.
La posibilidad para los países del Sur de postergar el efecto de la crisis surge de la combinación de altos precios de materias primas, lo que le permite tener ingresos en divisas, y de la posibilidad de refinanciar su deuda externa a un precio bajo. Y se puede seguir así algún tiempo, manteniendo políticas asistencialistas y neo-desarrollistas.
Pero sabemos que la Reserva Federal ha tomado la decisión de aumentar la tasa de interés de manera progresiva en los meses y años venideros. Y ello puede afectar inmediatamente a los países en desarrollo .
El año pasado, a partir de mayo, el director de la Reserva Federal dijo que imaginaba en el futuro la un aumento de la tasas de interés. Sus palabras afectaron inmediatamente a Brasil, Indonesia, Turquía, Corea, porque el dinero que estaba en esos países salió hacia EEUU anticipando un mejor rendimiento en el Norte. Esta movida ha sido organizada por especuladores y demás “inversionistas” que desplazaron sus capitales golondrinas.
Finalmente en 2013, no ocurrió la suba de las tasas de interés en EEUU y se volvió a estabilizar un poco la situación a finales del año. Pero como ya fue mencionado, la Reserva Federal de EEUU va a aumentar las tasas. Además, China no va a tener el mismo nivel de crecimiento que antes y sus importaciones de materias primas se reducirán. Esto tendrá efecto sobre los precios de materias primas.
El escenario mundial actual, que implica que el epicentro de la crisis se encuentra en los países industrializados, se puede desplazar o extender otra vez hacia el sur del planeta.
A las grandes potencias del Norte les interesa pasar y hacer pagar la factura a los pueblos del Sur. Están pagando el pueblo griego, el alemán, el de EEUU, pero le interesa también a los capitalistas del Norte pasarle la factura a los pueblos del Sur. Y esto supone bajar precios de materias primas y aumentar las tasas de interés.
Habrá que ver exactamente cuál va a ser el calendario. Lo que detiene de algún modo el aumento de la tasa de interés de la Reserva Federal es el nivel de la deuda pública y privada en EEUU. Subir la tasa de interés significaría aumentar los intereses que EEUU tiene que pagar a sus acreedores. Y tendría también consecuencias para las corporaciones privadas al encontrar problemas de refinanciamiento de su deuda. Este proceso podría desembocar en quiebras en el Norte. Es por ello que la Reserva Federal hace el viraje en forma controlada, no brutal. Lo hará de manera progresiva.
Por eso hace falta de nuestro lado aumentar la presión en el tema de la deuda. Si bien su manejo es gestionable hasta ahora, el cambio de escenario puede transformar totalmente la situación de los países, sean Argentina, Brasil, Venezuela, Ecuador, Colombia y otros más.
Es fundamental entonces cuestionar la legitimidad de la deuda. Hacer un esfuerzo para convencer a la mayor cantidad de ciudadanos de que la deuda no está bajo control. Que el problema no se superara fácilmente. Que no es cierto que el tema de la deuda sea totalmente manejable. Hay que demostrar el peligro que representa el stock de deuda, el servicio de la deuda, el posible cambio del escenario internacional y demostrar que una parte sustancial de la deuda es ilegitima, ilegal y en ciertos casos odiosa.
Deuda externa por países (en 2005). Los países más desarrollados suelen tener las más altas cifras de deuda externa
A ese nivel hay lecciones que se pueden sacar de los últimos años. Y tomar los ejemplos de Argentina, Ecuador e Islandia.
La salida fundamental en circunstancias actuales, para un país confrontado a una deuda ilegitima es poner en la práctica un acto soberano, unilateral de suspensión de pago, combinado con una auditoría que identifique la parte ilegitima o ilegal de la deuda para llegar a un repudio de esa parte ilegitima o ilegal. Creo que es la salida fundamental.
En Argentina, el presidente Rodriguez Sáa suspendió el pago de gran parte de la deuda en la última semana del 2001 para responder a la rebelión social y la crisis provocadas por (Fernando) De la Rúa y las recetas del FMI. La suspensión del pago de la deuda con entes privadas por unos 80 mil millones US$ y con el Club de Paris por 7 mil millones US$ permitió a Argentina entre 2002-05 tener un nivel claro de recuperación, ahorrando el pago que tenía que hacer a sus acreedores. Así aprovecho el aumento de los precios de materias primas a partir 2003-2004 (soja y minerales en el caso del Cono Sur) para estimular la recuperación.
Si Argentina hubiera seguido pagando la deuda los ingresos fiscales hubieran sido totalmente desviados hacia el pago de la deuda. Entre finales de 2001 y marzo de 2005 hubo una suspensión unilateral de pagos en un contexto de default técnico. A fines de 2001 Argentina no tenía dinero para pagar.
Empezaron negociaciones y el problema vino cuando Argentina hizo el canje, en 2005. Retomó los pagos a quienes participaron del canje de deuda. Argentina actuó de manera unilateral, soberana, pero lo hizo frente a una situación de default técnico, no tenía liquidez, y sin combinar la suspensión con una auditoria. No cuestionó la deuda para identificar la parte ilegitima, sino que dijo “no puedo pagar; y quiero volver a pagar cuando tenga condiciones y cuando los tenedores de bonos estén de acuerdo en otorgarme una rebaja”. Mantuvo en el canje de la deuda un aspecto legal fundamental que es delegar a la Justicia de EEUU el poder de sentenciar en caso de litigio con los tenedores de bonos. Argentina demuestra la posibilidad de un acto soberano unilateral, pero demuestra también que tal acto si no es suficientemente radical y desemboca sobre compromisos y concesiones a acreedores, termina en otro golpe contra el país.
En Ecuador, el presidente Rafael Correa se comprometió a no pagar la deuda ilegitima, aunque tenía liquidez con qué pagarla. En 2007 había ingresos importantes por el precio del petróleo, Ecuador se lanzó a una auditoría y constituyó una comisión integrada por movimientos sociales (yo formé parte de esa Comisión). Trabajamos cuatro meses para identificar la deuda ilegitima. Identificamos segmentos, la mayoría, que eran ilegítimos e ilegales. En noviembre de 2008 el gobierno decidió suspender el pago de una parte de la deuda en forma de bonos emitidos sobre los mercados internacionales por 3.000 millones US$. La suspensión duro entre noviembre 2008 y junio 2009.

En 2009, Correa anunció que Ecuador había logrado recomprar 91 por ciento de los títulos a un 30 por ciento de su valor. No hizo un canje como Argentina. Hizo una recompra. No existían más los títulos. Y el 9 por ciento que no participó quedó fuera de posibilidad de enjuiciar a Ecuador por la clausula de acción colectiva que dice que si hay más del 75 por ciento de títulos que participan no hay posibilidad de ir a la Justicia contra el país deudor. Fue una victoria total de Ecuador.

Subrayo que yo abogué en favor del repudio y no de la recompra. Decidieron la recompra pero fue un paso adelante. El ahorro fue de unos 7.000 millones de dólares si se toman en cuenta los intereses que habría tenido que pagar Ecuador si no hubiera recomprado los bonos. Ese dinero ha sido reinvertido en gastos sociales, salud pública, educación pública, infraestructura, aumento salario mínimo legal en los servicios públicos, etc.
El tercer ejemplo es Islandia. Frente a la quiebra de sus bancos, en 2008, decidió no indemnizar al Reino Unido y Holanda que reclamaban a Islandia 3.500 millones de Euros – casi 4.500 millones de dólars- por la quiebra de los bancos privados. En el marco de una fuert movilización popular Islandia decidió no indemnizar. El Reino Unido reaccionó y puso a Islandia en la lista de organizaciones terroristas como AL QAEDA y congeló los haberes de ese país en su territorio. Bajo la presión de la calle, Islandia mantuvo su postura. El Reino Unido y Holanda fueron a litigar contra Islandia en una Corte Internacional de Justicia (integrada por Suiza, Liechtenstein, Islandia y Noruega ). En enero 2013, la Corte sentenció en favor de Islandia, diciendo que un país no tiene por qué indemnizar a no residentes en caso de quiebra de bancos privados. No son bancos públicos, sino privados. Y no había ninguna obligación de indemnizar. Incluso, la justicia de un tribunal de una zona totalmente capitalista le dio la razón a un pequeño país de 350.000 habitantes frente a un Reino Unido de 80 millones de habitantes.
Está demostrado que es factible adoptar actos unilaterales frente a acreedores y cambiar la correlación de fuerzas. Cuando un país suspende el pago de bonos sus precios caen y cambia la correlación de fuerzas. Los acreedores salen entonces a buscar una solución y no pueden imponer sus condiciones.
Frente a una situación que sigue siendo favorable a los países en desarrollo, es tiempo para los pueblos, los de abajo, las fuerzas sociales y políticas de izquierda, de retomar el tema de la deuda como central y ponerla en la agenda como prioridad y argumentar para demostrar que es posible enfrentar a los acreedores y dar una salida favorable a esta cuestión de la deuda ilegitima e ilegal.